De División y Fuerza

Divide y conservarás
En política nadie la tiene clara del todo, hay algunos que la tienen más clara que otros pero es difícil estar atado a “la posta” cuando lo que hay en juego es el bienestar de millones de personas. Es difícil porque todo es heterogéneo en democracia adonde es siempre más fácil dividir que incluir.
El estrato social, la franja etaria, la etnia, la geografía, la ideología, el partido político, el club de fútbol y el grupo de amigos son factores sobre los que la más pequeña de las palanquitas puede generar una espectacular fuerza divisoria. Se palanquea siempre, lo revelador es ver adonde.
El discurso de “nosotros” versus “los otros” necesita un “otros” contra quien ejercer su mecanismo de identificación como el blanco necesita al negro o incluso a los grises porque “los otros” siempre son más de un grupo. Así progresistas y conservadores se dividen casi como se podría dividir entre mujeres y hombres, luego a las mujeres entre las que han sido madres y las que no y luego entre las madres solteras, las madres adoptivas, las madres biológicas y las madrastras. ¿Se pueden mezclar las madres? ¿No es más intensa y amena la charla cuanto más específico es el subgrupo? ¿Qué hacemos con las “madres madres” que no son ni solteras, ni adoptivas, ni madrastras? ¿Y las biológicas que tuvieron el hijo pero no lo criaron: con quién se juntan?
En política, para colmo de quienes aman las definiciones, las líneas divisorias pueden ser excepcionalmente difusas ya que una madre, es madre o no lo es; pero la misma persona puede ser liberal respecto de ciertas cuestiones y conservadora respecto de otras o incluso ser liberal sobre ciertos temas el Sábado a la noche y adoptar una postura ultra conservadora sobre los mismos temas en la misa del Domingo a la mañana.
La división cuaja rápido de la mano de la crítica a “los otros”. Ese otro que puede llegar a convertirse en demoníaco simplemente por no ser concebido como uno de “los nuestros”: nuestro esquivo nuestro que termina en yo y al hacerlo, venga de donde venga, tiene el sello último del pensamiento conservador: La falta de empatía.
Que la fuerza esté contigo
Hasta aquí una franca apología a la tibieza. Franca y hasta falaz desde que las divisiones, aunque culturales, parecen a menudo más tangibles que las paredes de nuestras casas, las señales viales que avisan los límites de provincias y la casilla de aduana que separa dos países.
La verdad es que por más empáticamente progresista que uno sea hay zapatos –Como los de Bush, Cobos, Macri o Carrió- que le laceran las patas al más mentado. La pregunta sensata entonces es ¿Hasta adonde dividir(se)? Y la respuesta es tan simple como milenaria: la fuerza social no está en los extremos sino en el centro.
Es decir: Si usted quiere combatir a Bush no se ponga a la izquierda de Obama porque después la reforma en salud no es tan reforma y el Tea Party termina ganando las elecciones. Cuando quienes realzan su figura y sus opiniones de izquierda son las cadenas televisivas de ultra derecha: sospeche. Si lo llaman para hacer un dúplex en el noticiero central de la Fox: beba 30 centímetros cúbicos de cicuta media hora antes de la entrevista.
Dividir a los propios con críticas hace parecer que usted es más inteligente y termina siendo más atractiva(o) para charlar tomando Baileys pero recuerde que existe la ética de la responsabilidad y que sus actos no deben regirse solo por sus principios sino también por sus consecuencias. Es que nadie la tiene clara del todo: ni Bush, ni Perón, ni Fidel tuvieron ni tienen “la posta”.
Siendo que la máxima expresión de las divisiones es el individuo y que el individualismo es producto de un pensamiento con médula conservadora: no sea boludo(a) y sepárese solamente de los conservadores porque ir más allá es hacerles un favor enorme por el que terminamos pagando todos. El tamaño de su ego no es directamente proporcional al bienestar de ningún país y que usted esté mediáticamente a la izquierda de los propios no es el punto de inflexión de nada.
Si va a dividir, no divida para conservar. Trabaje. Almuerce sapos. Sume.

Jerónimo Visñovezky
Para Carta Abierta Santiago del Estero

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